miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿Anacoluto en Borges?, por Miguel Rodríguez Mondoñedo

Miguel Rodríguez Mondoñedo, filólogo y gestor del blog La peña lingüística, reflexiona sobre un posible anacoluto cometido por Borges durante una de sus conferencias.  (El verbo "cometer" me parece oportuno en este caso; recuerda a la expresión "cometer un crimen...).

¿Un anacoluto en Borges?

Jorge Luis Borges, además de su vasta y notable colección de cuentos, ensayos y poemas, presentó un buen número de conferencias, muchas veces sobre el mismo tema, a lo largo de los años. Uno de los tópicos más recurrentes en esas conferencias fueron las ideas del filósofo holandés Baruch Spinoza. Hay varias conferencias borgeanas sobre Spinoza (es fama que una de ellas el escritor la dio en 1978, mientras Argentina disputaba con Holanda la final del mundial). Yo he leído dos de ellas: la que presentó el 16 de enero de 1981 en la Escuela Freudiana de Buenos Aires (publicada por Agalma en 1993) y la que dio en el Instituto Cultural Argentino-Israelí de Buenos Aires algún día entre 1965 y 1967 (no he encontrado el texto publicado, pero hay una versión en la red). En esta última ocasión, Borges dijo:
Dice Spinoza que debemos amar a Dios sin esperanza alguna de ser amados por él. Goethe veía en esto un ejemplo de abnegación, pero realmente no procede de abnegación, sino del concepto de la divinidad que tenía Spinoza. Nuestro destino individual no le importa a Dios. Es lo contrario, digamos de Miguel de Unamuno que decía que Dios es, ante todo, el productor de inmortalidad y Spinoza no le importaba el hombre; Baruj Spinoza, que vivió cuarenta y tres años en Holanda, donde moriría, escribió, sin embargo: "Sentimos que somos inmortales, pero somos inmortales no como individuos, ya que como individuos somos meros adjetivos de Dios, sino inmortales como parte de la divina inmortalidad".
La expresión Spinoza no le importaba el hombre constituye un anacoluto, es decir, Spinoza no tiene una función en toda la oración, está fuera; para incorporarla deberíamos decir: a Spinoza no le importaba el hombre. Por supuesto, dado que el anacoluto desaparece con solo anteponer una a a la oración, bien pudiera ser que se trate de un simple error de transcripción. No lo sabremos nunca. Pero no tiene que ser una errata necesariamente. El anacoluto es bastante común en la producción oral, y este texto es precisamente una conferencia (si uno lee el texto completo encuentra fácilmente otras marcas de oralidad). Por otra parte, el anacoluto es en verdad una estrategia para marcar el tema del discurso, y en particular, indica el tópico con el que, en un momento dado, el hablante se compromete especialmente. Es obvio que la frase borgiana satisface estos requisitos.

Curiosamente, Borges es consciente de la función del anacoluto, como lo evidencia su comentario al estilo de ciertas narraciones chinas:
el cuento de hadas chino es irregular. El lector empieza por juzgarlo incoherente. Piensa que hay muchos cabos sueltos, que los hechos no se atan. Después –quizá de golpe– descubre el porqué de esas grietas. Intuye que esas vaguedades y esos anacolutos quieren decir que el narrador cree totalmente en la verdad de las maravillas que narra.
Textos cautivos, p. 226
No digo esto para sugerir que Borges se permitió conscientemente un anacoluto, solo para apuntar que es posible que ese anacoluto borgiano sea real, y no una errata.

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