lunes, 29 de octubre de 2012

¿Están mal pagados los periodistas y escritores en México y en España?


Periódicos de todo el mundo. Fuente de la imagen

¿Están mal pagados los periodistas en México? No solo están mal pagados sino que a muchas ocasiones ni siquiera cobran. Esto es lo que se desprende del análisis del crítico mexicano Eduardo Estala Rojas, muy preocupado por la situación en la que viven los periodistas y escritores de México (circunstancia similar que también sufrimos en España, añado yo). 
Estala Rojas comenta uno de los males de estas dos profesiones (la del periodista y la del escritor): por hacerse un hueco en el panorama muchos periodistas y escritores empiezan trabajando gratis y en ocasiones no pasan de ese estado. 
Reproduzco, con permiso del autor, el artículo completo, titulado "Respuesta a un lector de periódicos y de revistas". No dejéis de leerlo, porque tiene mucho interés. 


RESPUESTA A UN LECTOR  DE PERIÓDICOS Y DE REVISTAS
 Eduardo Estala Rojas 
En una ocasión le pregunté al editor y traductor mexicano Adolfo Castañón qué opinaba sobre la falta de profesionalización en el área editorial en México y me respondió esto:  
–La falta de profesionalización en el ámbito editorial se debe a que no se aprecia ni se reconoce en el ámbito académico la tarea editorial en su conjunto o en sus partes. Ni la traducción ni el comentario de libros ni la revisión ni menos la venta o la difusión son materia de reconocimiento académico ni de estima científica y técnica. El mercado editorial y más allá el de la gestión cultural en su conjunto está dominado por la improvisación y la contingencia, el nepotismo y otros ismos infames como el atribuido a la triste madre Malinche que se arrodilla ante todo lo que es extranjero. Un editor que se respete debe saber leer y escribir, re-leer y re-escribir en al menos tres idiomas, sin hablar del dominio de las minucias tremendas de tipográfica índole.[1] 
Esta respuesta –en mi opinión– también implica al periodismo cultural y a los artificios que viven los periodistas de oficio, profesionales, estudiantes, egresados y amateurs. La mayoría de las publicaciones culturales en México no pagan a sus colaboradores. Los que sí cobran son los dueños y el personal permanente, que sobrevive con  sueldos raquíticos. Además, existe una competencia voraz entre los aspirantes a periodistas y escritores que hacen el trabajo sin cobrar. Lo que afecta,  a mediano y a largo plazo, al quehacer informativo y la existencia –o mejor dicho, a la no existencia– de un periodismo profesional y confiable en la cultura mexicana.  
Para algunos, lo significativo es hacer figurar su nombre en los medios nacionales. No importa que no tengan los recursos económicos para pagar los recibos de luz, gas, agua, teléfono, viáticos, internet. Asimismo los años invertidos en la universidad, bibliotecas, librerías,  centros culturales, maestrías y doctorados en el extranjero no importan. Siempre llegarán regaladas y puntuales las colaboraciones semanales, quincenales y mensuales de artículos, reportajes, entrevistas, cuentos, poesías, ensayos, de una hueste sedienta de ver su nombre en letras de papel reciclable y en las efímeras pantallas digitales con bonitos diseños gráficos. Nadie es indispensable en estas empresas periodísticas. Seguirán pisándose los talones el uno y al otro para no dejar de nutrir en ningún momento este círculo vicioso y cultural en México.   
Si  hay columnas, secciones, suplementos y revistas culturales en México, es porque la mayoría de los colaboradores son básicamente voluntarios, no porque sean filantrópicos y caritativos. Regalan su trabajo  algunos porque carecen de un proyecto sólido en la cultura y lo hacen de pasatiempo y no como un trabajo formal y a largo plazo. La prensa mexicana tiene material de sobra para publicar contenidos inéditos y gratis, así como  reproducciones de agencias de noticias con sólo citar la fuente.  Meramente copian y pegan la información sin revisar a conciencia los escritos y el contexto de la noticia. 
No obstante, algunos escritores y periodistas se presentan con credenciales acreditadas y legitimadas por ellos mismos, como si fueran nuevos aspirantes al mundo cultural. A través  del tiempo –me incluyo– los jóvenes se dan cuenta de la farsa y de la simulación de varios medios de prensa mexicanos, a quienes poco les importa ofrecer calidad y buenos contenidos al lector. Únicamente les interesan los ingresos económicos de la publicidad de empresas privadas y  de los gobiernos en turno que, a cambio de su silencio periodístico, ofrecen jugosos contratos. Basta con leer los encabezados de estos periódicos y revistas para darse cuenta de quién decide la línea editorial.

Los medios de prensa y el gobierno de México    
El gobierno mexicano, desde la torre municipal hasta el castillo federal –incluidas las embajadas y consulados–, cuenta con publicaciones culturales que se mantienen gracias a la comunidad artística: no les pagan un solo peso a los participantes. Como recompensa, los colaboradores añaden sus currículos extensos de los libros que han publicado, sus premios pomposos, y siguen conscientemente el juego arraigado de los empresarios, políticos y editores. A la larga serán conocidos algunos solamente por su nombre y por las controversias que mantuvieron con otros escritores y periodistas, no porque hayan leído sus libros desde un análisis serio, una postura crítica, frontal y objetiva. Tampoco es garantía que una obra literaria con una maquinaria de publicidad y mercadotecnia ostentosa sea de calidad para un lector que sabe reconocer –se lee a la derecha y a la izquierda esta palabra– a los clásicos universales. Actualmente varios autores contemporáneos actúan como actores de televisión local (sin generalizar y sin ánimo por mi parte de ofender a dicha profesión, hoy de moda).    
Por otro lado, cuando llegan a costear las colaboraciones, los contribuyentes tienen que esperar meses para recibir su pago. Lo mismo acontece en los medios de prensa “tradicionales”, que pagan tarde y enojados o simplemente no contestan a los correos electrónicos o a las llamadas telefónicas. Algunos, terminan por no pagar. Como no pasa nada, porque muy pocos hacen denuncias públicas, los dueños de estas empresas periodísticas y culturales siguen impunes. Así se la pasan estafando a periodistas y escritores mexicanos, como lo hacen los políticos en todo el país, comenzando desde la presidencia, senadores y diputados que viven –la mayoría– por y para ellos, robando del erario público visiblemente. A este mismo tenor actúan diversos escritores y periodistas en las becas y premios anuales.
Tampoco están exentas de estas críticas las publicaciones llamadas “independientes” de la cultura. También son responsables de no saber generar recursos económicos para sus publicaciones y colaboradores. No pueden exigir un reportaje o un artículo bien elaborado si no pagan al periodista, escritor o  investigador. Se necesita gente preparada y no sólo entusiasta en el mundo periodístico y cultural. Detrás de un artículo y entrevista, existe mucho trabajo. Se requieren lecturas de libros, revisar las fuentes, testimonios, traducir, viajar, escribir, corregir, fotografiar, tener siempre presente la ética en esta profesión. No se puede mentir al público lector dando datos falsos y callando la verdad. ¿Por cuánto tiempo prevalecerá el silencio en la mayoría de los afectados? ¿Por qué el estado actual del periodismo cultural está en decadencia en muchas partes del mundo? Las respuestas son visibles con sólo tener sentido común.      
Existen publicaciones en el extranjero, sin fines de lucro (desde un inicio son honestos los editores y te dicen qué tipo de publicación y cuál es su propósito como revista o periódico). Lo sé porque publico constantemente en diversos medios de prensa que son de esta categoría en Estados Unidos y Reino Unido. Son publicaciones que gracias al trabajo serio de sus voluntarios logran concentrar excelentes trabajos periodísticos y literarios sin la hipocresía y presunción de los grandes medios de prensa que explotan descaradamente el conocimiento de miles de periodistas y escritores en México y América Latina.  
Escribir de pie, con las manos libres, vale la pena.  




[1] Viaje  a la constelación del centauro: Adolfo Castañón, Eduardo Estala Rojas, Siempre!, La Cultura en México, edición 3056, 8 de enero de 2012, pp. 80-81. 

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